lunes, 11 de octubre de 2010

La demonización del islam en EEUU tras el 11-S

Hace nueve años, la desvaída legitimidad presidencial de George W. Bush supo sacar provecho a la ira colectiva desatada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El cierre de filas contra el enemigo común marcó el renacimiento de un patriotismo y una unidad nacional sin precedentes, que permitió a Bush catapultarse en todos los índices de popularidad.

Casi una década más tarde, ese sentimiento de unidad nacional contra el enemigo terrorista de Al-Qaeda se ha metamorfoseado en un fenómeno de creciente intolerancia contra la comunidad musulmana. La lucha contra el terrorismo de Al-Qaeda se ha tornado en una guerra contra una religión que es, después del cristianismo, la más extendida en el planeta pero que en Estados Unidos es profesada por menos de 1% de la población. La onda expansiva de los atentados del 11-S se ha extendido en el tiempo y hasta el más remoto rincón de Estados Unidos. El próximo 11 de septiembre, Terry Jones, el pastor de una pequeña congregación cristiana de la ciudad de Gainsville, Florida, conmemorará el noveno aniversario de los ataques quemando una pila de ejemplares de El Corán en el patio interior de su Iglesia.

Sus planes —“para lanzar un poderoso mensaje a los musulmanes”, ha señalado Jones— han desatado las protestas de la comunidad musulmana dentro y fuera de Estados Unidos.

En el condado de Ruthersford, en los suburbios de Nashville, agentes del FBI realizan una investigación del atentado perpetrado el pasado mes de agosto contra la comunidad musulmana que había anunciado su intención de renovar su mezquita. Los agentes tratan de descubrir la mano detrás de los incendios contra el equipo y material de construcción. En Nueva York, Ahmed H. Shariff, un taxista de 43 años que recorre las calles de esa ciudad, estuvo a punto de perder la vida a manos de un joven que le atacó con un cuchillo por el solo hecho de ser musulmán.

Y, en la denominada zona cero de Nueva York, las marchas y protestas contra la construcción de una mezquita en las inmediaciones del atentado terrorista que hace 9 años modificó el curso de la historia, han exacerbado un sentimiento de odio y rechazo contra la comunidad musulmana. Según el más amplio y profundo estudio sobre la percepción de la sociedad estadounidense frente a esta comunidad (Analysis of U.S. Attitudes Toward Muslims and Islam, Gallup 2009), 53% de los estadounidenses confiesan tener una opinión poco favorable de los musulmanes y 31% los rechazan frontalmente. Hace apenas un mes, en su más reciente estudio sobre la opinión de los estadounidenses frente a la comunidad musulmana, la revista Time descubrió que 28% de la población se opone a que un ciudadano que practica la religión musulmana ocupe un sillón de la Suprema Corte y casi un tercio de la población nunca permitiría que la presidencia de Estados Unidos cayera en manos de un fiel creyente del islam.

Agresiones a musulmanes

A pesar de que las estadísticas de crímenes de odio del FBI revelan que los ataques contra esa comunidad no han escalado de forma preocupante —según sus más recientes reportes las agresiones contra la comunidad musulmana sólo fueron de 7.7% en 2008—, un creciente sentimiento de rechazo o islamofobia se ha instalado entre un considerable sector de la población.

Desde los atentados del 11 -S la guerra contra el terrorismo de Al-Qaeda se ha transformado en una demonización de la comunidad musulmana.

Cuando el presidente Barack Obama prometió “una nueva era en las relaciones con los musulmanes de todo el mundo”, en su histórico discurso de junio del 2009 en la Universidad de El Cairo, las expectativas de un nuevo comienzo que dejara de lado los estereotipos negativos del islam en Estados Unidos le catapultó en el ánimo de la mayoría de las naciones de confesión musulmana.

Un año más tarde, este índice de aceptación se ha desplomado considerablemente en medio de una de las más rabiosas campañas contra la edificación de nuevas mezquitas y en medio del resurgimiento de un ambiente de cacería contra los llamados “terroristas domésticos” de origen o de confesión musulmana. Según el más reciente estudio de Pew Research Center, la esperanza que suscitó Obama entre la comunidad musulmana cuando llegó a la presidencia, se ha desplomado casi 10 puntos y en países como Paquistán sólo 8% de la población tiene confianza en su liderazgo. “Al igual que descubrieron en su momento los presidentes Eisenhower, Kennedy, Johnson o Nixon, de que Estados Unidos nunca ganaría a la hoy extinta Unión Soviética en el terreno de las ideologías hasta no resolver nuestros propios problemas en el terreno del racismo y los derechos civiles, la batalla para conquistar la mente y los corazones del mundo musulmán nunca será ganada mientras el perjuicio contra el islam siga incrustado en nuestro discurso político o en los medios de comunicación”, aseguró Peter Singer, analista y especialista en las relaciones de occidente con el universo cultural islámico.

J. Jaime Hernández
Fuente: MUNDO ARABE.ORG

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